jueves, 26 de marzo de 2009



Peligro de las bebidas energizantes.




Que en Francia, Dinamarca y Noruega solo permitan su venta en farmacias, es suficiente indicador de que las llamadas bebidas 'energizantes' no dejan indemne al organismo. Y mucho menos el de adolescentes que las han convertido en su elíxir para mejorar la concentración en los videojuegos, aumentar la capacidad deportiva o empalmar la rumba de la noche con las clases de la mañana siguiente.




El calificativo de 'energizantes' fue una forma velada para expresar lo que eran en realidad: estimulantes. En efecto, estas bebidas reducen las horas de sueño a la vez que incrementan la resistencia física, la capacidad de reacción, la concentración y el estado de alerta. Un elíxir, pero como dicta la recurrida frase de Paracelso, "nada es veneno, todo es veneno; depende de la dosis". Y resulta que, con el bombardeo promocional en discotecas y eventos deportivos, la mesura no es precisamente el comportamiento que acompaña el consumo de estas bebidas: la experiencia muestra que suelen ser mezcladas con alcohol o, incluso, que no falta el que las toma como base de su alimentación.




Instituciones del área de la salud ya se han manifestado al respecto. La OMS desaconseja las bebidas 'energizantes' a menores de 15, a personas sensibles a la cafeína, con presión arterial alta, problemas cardíacos, renales, diabetes, trastornos de ansiedad y a mujeres embarazadas o en período de lactancia. En 2003, el Comité Científico de Alimentos de la Comisión Europea consideró que el consumo de estas bebidas no sería un problema para los adultos, pero para los niños "representaría un incremento en la exposición diaria a cafeína comparada con la ingesta previa, lo cual podría producir un cambio transitorio en el comportamiento: irritabilidad, nerviosismo o ansiedad".

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